Monday, May 22, 2006

Sucesos extraños
y otras cosas

Bueno, pues, para contarles lo siguiente:

Lo primero:
Que conocí a un chico que, una vez entradas las confianzas, come con cuchara. Y no se crean que es cuchara como de las de acá. NO. Así: agarra un cuchillo y una cuchara grande y la usa, de entre cuchillo y entre tenedor... y dice que le saben más mejor las cosas. Yo no sé. No lo he intentado. (Y, Patito, sí sí, es a ti, Patito, las confianzas son nada más de comer con cuchara, nada más).

Lo segundo:
Llegué y estaba el portón abierto y no vi a los perros... Me he preocupado pero no localizo a Doña Floria por teléfono...

Lo tercero:
¡Creo que ya voy a tener tico-celular! Just in case you wanted to know...

Lo cuarto:
Acaba de suceder algo que no me gustó nada. Y dice el Harry que ahora voy a escribir un libro de eso (jeje)! No creo que un libro, pero al menos sí tendré que escribir un parrafito o dos.

FigúreNSEN, que llegué a mi casa y prendí la compu, con esta adicción mia que no la puedo dejar, comencé a escribir tranquilamente, mientras la luz del sol se escondía entre nubes de aguacero y cerros que son volcanes... Ya estoy super acostumbrada a escribir únicamente con la luz del monitor (sé que es pésimo y que mi padre echaría el grito en el cielo, en casa de herrero, cuchara de palo, pero bueno)... y ahí estaba yo, escribe que escribe... cuando, mi mano izquierda se retiró momentaneamente del teclado y sintió algo suavecito... como un pedazo de tela o un globito desinflado...

Ahora viene a mi mente aquella historia que contó mi madre (ejem, digo, una señora que no conozco): Ella estaba recién casada y semi dormida en el lecho nupcial (bueno, casi), cuando, aterrada, sintió algo caliente y peludo que se movía sobre su cabeza. Habremos de recordar que mi ma (ejem, digo, la señora que no conozco), había vivido en Tabasco y tenía un historial con bichos y alimañas de todos tamaños, colores y sabores... Pero ella, mujer fuerte que siempre ha sido, decidió tomarla con rapidez y fortaleza infinitas, y aventarla lo más lejos que pudiera. Acto seguido, mi padre (digo, el marido que tampoco conozco) contestó “¡Qué te pasa! ¿Por qué avientas mi mano?”.

En fin, me acordé de esa historia... y antes de aventar la basurita, decidí prender la luz. Grande fue mi sorpresa cuando encontré una pelotita peludita... como uva madurita, pero peludita... o sea, hay que dejar claro, que estaba peludita... y ahí como que comencé a sospechar algo raro... tomé una servilleta y con ella sostuve a la pelotita peludita que, obvio, comenzó a moverse... era una oruga que más bien parecía un mini azotador. Pensé en tomarle una foto, pero, en ese momento me entró la histeria de lo que siempre nos decían en la primaria, cuando pasábamos abajo del Colorín (un árbol de frijolitos rojos) de la escuela: “los azotadores, queman horrible”! ...así es que, lo metí en el basurero... (OJO, pero no lo maté, eh, cheve!)... Luego, por supuesto y como lo esperaban, me comenzó a picar todo el cuerpo... Poco a poco, la picazón desapareció (no lloren por mi), hasta este momento en el que la describo, y regresa, con la seguridad que soy harto hipocondriaca. punto.

Lo quinto:
YA. Besos!

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