Saturday, April 22, 2006

Do you know the way
to San José?

Pasaba frente al hospital Cima... el NICE de la GAM (Gran Área Metropolitana)... paso por ahí todos los días, de ida y de vuelta... pero nunca me había dado cuenta... fue hasta ese momento... yo nací en San José y ahora vivo en San José, pero tontamente, no había hecho la conexión...

Yo tenía que nacer un 3 de enero. Planeado, contado, medido, acordado. Esa era la fecha.

Mi padre, hombre maravilloso a punto de verse en la necesidad por primera vez en su vida de hacer una declaración patronal (we´re all so very proud of you!), ganó una beca para ir a Houston el 1 de enero.

Mi madre, maravillosa también, pero un poco miedosa... no quería que su bebé naciera en los Estates Unites porque si era hombrecito y había una guerra, I probably would have been drafted... Siempre tan previsora ella... Y no sólo me hubiera tocado pelear en Irak ¿? Me hubiera llamado Santiago... sí, sí, Santiago... Santiago de Tangamandapio... sí sí... mi padre estaba tan emocionado con el hecho de que Santiago de Tangamandapio era un pueblo real, que decidió ponerle a su primogénito así... por eso, hasta después de mi bautizo, me llamaron Tanga... claro, no debo sentirme muy especial, porque a mi hermana le pasó lo mismo...

El punto es que, como mi madre no quería que fuera gring@ o yankee, decidieron llamar y hacerlos esperar a los Texanos. Y esperaron... Y esperaron... Y esperaron... Y después, siguieron esperando...

Supongo que no quería salir... Estaba muy agusto... Cante y cante en la bañera con los deditos hechos pasita! O, puede ser que la miedosa haya sido yo, no mi madre... miedosa de respirar por mi cuenta, miedosa de caer o chocar o desaparecer entre la multitud... O, puede ser que no haya sido miedo sino flojera (pereza, fiaca, hueva, tigra), como tantas veces que me tienen que arrastrar afuera, una vez que llego todo está bien, pero dar el primer paso, ¡que hue...!... O, puede haber sido la culpa de mi incapacidad de visualizar mi futuro, no podía ver más allá del líquido amniotico, ¿para qué salir si no concebía la posibilidad de un “afuera”? O, quizás sencillamente, no conocía el camino (y no había manera de conseguir una Guía Roji en esas condiciones)...

Veintiun días después, ahí estaba todavía, flotando, pensando, pasando el tiempo... Todo el mundo estaba desesperado... A mi padre le llamaban los texanos, “¿cuándo nacer su baby?” “No sé, no sé, unos días más”... A mi madre le llamaban sus hermanas, “¿No te ha bajado el bebé? ¿No sientes esto o lo otro?” “No, nada, nada”... Y mientras, yo pensaba “Mira mis manos, ¡se ven tan divertidas y chiquitas! Me pregunto para qué sirven... ¡Oye! ¡Tienen dos lados!!!”

Le llevaron una televisión a mamá, para que viera la llegada del Papa Viajero, en su primera travesía a Latinoamérica, todo un acontecimiento... Ella oró con todas sus fuerzas para que la criatura de casi cinco kilogramos que vivía en sus entrañas, SALIERA DE AHÍ DE UNA BUENA VEZ POR TODAS!

De entre las nubes, un rayo de luz iluminó a mi madre... Los ángeles y arcángeles cantaron... Bueno, bueno, exagero un poco... El punto es que, nací... Es más, quizás no me hubiera llamado Santiago, me hubiera llamado Juan Pablo... como todos los niños que nacieron en la Vieja Patria por esas fechas, en agradecimiento por cumplirles el milagrito de hacerme tomar la decisión de salir de ahí POR FIN...

Fue en el Hospital San José, en la meritita Colonia del Valle, donde por primera vez me vieron, morada y arrugada... ¿Quién lo hubiera pensado?

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

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4/26/2007 6:10 AM  

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